No hubo cadenas arrastradas ni gemidos que
interfirieran en la larga noche feltrina. Amaneció al mismo tiempo que un largo
ladrido de perros hambrientos. Desayuno pobre para empezar el pedaleo del lunes
17 de septiembre. Recuperamos los pasaportes retenidos por la gentil
recepcionista, bajamos la escalera en busca de las bicicletas, guarecidas en un
viejo depósito del albergo, montamos las alforjas y comenzó temprano el pedaleo/pedaleo
que comenzó por una balada matinal para disfrutar de la riqueza arquitectural
de Feltre, dormida en la humedad del torrente de poco caudal que la atraviesa. ©VCAweg2012
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