lundi 17 septembre 2012

San Leonardo


La segunda vuelta, una caminata digestiva, con la risa de Antonella resonando en mis oídos, la hicimos juntos el lugarteniente y yo, que me propuse de guía. Caminamos por Roma hasta la plaza que es el corazón de Moriago. Septiembre regala una luz nocturna que hermosea todo lo que toca. Ya había escapado el sol y comenzaban a aparecer en el plafón celeste los primeros luceros de la inminente noche. Los muros enladrillados de San Leonardo avivaron su color rojo. El edificio fue concebido por un gran arquitecto, urbanista e historiador italiano, Alberto Alpago-Novello, nacido en Belluno. La construcción, posterior a la contienda bélica, duró tres años, de 1922 a 1925. La guerra había destruido el edificio que databa del siglo XVIII, pero pudo ser rescatado el altar mayor. La iglesia fue consagrada a San Leonardo en 1928. Nave octogonal con un domo enriquecido de frescos representando a los Apóstoles y la Pentecostés. De estilo néo-románico, el edificio obra de Alpago-Novello, yo lo encuentro remarcable, con su cornisa ornada con salientes y minúsculos arcos ciegos. A relieve, en lo alto, y sobre la fachada enladrillada, el emblema que adoptara el emperador Constantino, un crismón o lábaro representando el monograma de Cristo XP, abreviatura de XPIΣTOΣ en letras griegas. El frontón del pórtico, sobre la arcada y encima de una cornisa en piedra clara, cinco nichos abrigan, la Virgen y el Niño al centro, y cuatro santos católicos; en uno de los nichos, San Roque, acompañado de su perro, muestra la llaga de la enfermedad que adquirió curando a otros. La altísima torre campanario, toda de ladrillos y perfectamente rectos sus muros empinados al cielo, muestra en cada lateral, sendos arcos ciegos. Las campanas respiran en lo alto de la torre, y la melodía se escapa por las cuatro ventanas a triple arcada. Detalle curioso, lo bastante separada que está la torre de la parroquial. Caminamos también por la vía San Rocco, y llegamos hasta la capilla, cuando ya la noche envolvía a Moriago. Los kilómetros de la jornada no habían sido nada fatigantes, pero avizorando el pedaleo del siguiente día, un reposo y sueño nocturno eran necesarios. ©VCAweg2012


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