Los micromundos locales siempre han vivido atados a
aquello que los hace únicos, ya sea por su relación con la naturaleza o por su interrelación
societal, ya sea de proximidad o de lealtad. Por estos parajes se es leal al
Piave. Fiume Piave. El Piave corre, vive y respira. Y por la vía Piave dejamos
Vas. La calle se extiende y contorna el flanco verdoso del monte Cesen que vela
y al mismo tiempo asfixia al pueblito. En una gran rotonda, la vía Piave
desaparece y la rotonda en su vuelta nos da a escoger (si condujéramos un auto) la vía rápida Europa o la vieja
carretera provincial, pero como todo nuestro peso va encima de nuestras leales
Gitane y Gazelle, tomamos la vieja ruta, la que cruza majestuosamente el Piave
y cuyo puente fue bautizado Al Fante d’Italia, para honorar al soldado de
infantería italiano que durante la Batalla del Solsticio, en julio de 1918, se
enfrentó al ejército imperial austriaco, y cuyo objetivo era, con su ofensiva,
acercarse a las ciudades de la región del Véneto. Durante la batalla, 84600
soldados italianos encontraron la muerte, y no menos los austro-húngaros, que
perdieron 149000 hombres. El frente, con el Piave como escenario, se activa, y
los italianos atravesaron la línea imperial, a apenas un mes del fin de la
cruenta guerra. Ese mismo año 1918 fue compuesta la Canción del Piave, para
celebrar la revancha italiana en su frente de guerra. Una vez cruzado el río,
nos detuvimos en el monumento erigido a los caídos que libraron batalla en el
frente del Piave, estábamos a las puertas de Quero. ©VCAweg2012
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