La vía Rovede se acaba con las últimas casas de San
Giovanni en dirección a Colbertaldo, y en lo adelante, la carretera SP32 se
convierte en Mártires de la Liberación, una serpiente que se enrosca entre los
viñedos. Vidor es también una comuna agrícola, y se hace llamar “territorio de
la vid y del vino”. Hay entradas de pueblos, tan lagrimosas, que hasta pedalear
se hace con tristeza. El mundo tiene que ser desigual, pero no tanto. En los
muros de un viejo caserón, que no por deteriorado, deja de albergar familias,
un nicho empotrado tuvo un fresco del que quedan restos de pintura. Nos
enredamos en una calle sin salida, volvemos atrás y retomamos la SP32, justo
hasta la bifurcación donde se levanta el monumento a los caídos en la primera
guerra. Un soldado el brazo izquierdo en bandolera, la mirada perdida, la
cabeza ladeada. Pienso en los soldados franceses de esa primera guerra, “les
poilus”, dispersos, muertos, desaparecidos, aterrorizados en las trincheras…
Sant’Andrea Apostolo, la parroquial de Colbertaldo se levanta en la calle situada a la izquierda de la bifurcación. No llegamos a ella, y desde lejos percibo su fachada muy parecida a la de San Giovanni, salvo que ésta tiene una elevada torre campanario. El reloj marca las cuatro y veinticinco de la tarde. Buscamos la vía Roma, siempre Roma para salir adelante, y en lo adelante, la calle nos sorprenderá con aires urbanos donde chalets y hermosas viviendas dan otra idea de la Italia posguerra, la que sudando gana el pan y abre los brazos. ©VCAweg2012
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