mardi 18 septembre 2012

Treviso (Piazza dei Signori)

 

Como la lluvia, a la que pedaleando nos hemos acostumbrado a soportarla, no nos impone ayuno nocturno, salimos a la búsqueda de un buen sitio para cenar, y en Treviso, eso no falta. Salimos a esa hora en que las sombras son menos sombras, y la claridad se va apagando con la huida del sol al oeste. Estamos en septiembre, y el día se regala vida hasta poco más de las ocho de la noche. En el camino italiano haciendo la VCA, Treviso es la tercera ciudad grande que atravesamos, y en la que haremos etapa, cosa que no hicimos en Bolzano y tampoco en Trento. Amo la naturaleza, pero tengo un profundo espíritu citadino. Treviso me sorprendió desde su periferia hasta que frené a orillas del Sile buscando alojo. Sin embargo, no es nombre de ciudad evocador que me hubiera empujado a visitar. Desde esa tarde-noche, el Corso del Popolo se convirtió en rosa náutica en nuestro caminetear descubriendo el centro y sus alrededores. Para comenzar, nos centramos en la animada Piazza dei Signori, tocada por ese encanto que le otorga el Palazzo dei Trecento, y cuya construcción data del siglo XII. En uno de los soportales del Palazzo del Podestá, el ristorante-pizzeria “da Pino” fue como un imán que atrae y que constatamos al probar la buena cocina italiana, rociada de un excelente Chianti classico reserva, a fin de cuentas, podíamos entrar zigzagueando al hotel por las adoquinadas calles trevisanas. ©VCAweg2012  

Treviso (città d’arte). Llegada e instalación.


Contorneamos el cementerio de Lancenigo para pedalear por la vía Galanti que nos enlaza con Cal di Breda, todavía en la comuna de Villorba, con su paisaje agrícola que se extiende hasta los barrios-localidades que forman la aglomeración trevisana. Atravesamos Fontane Chiesa Vecchia, Santa María del Rovere y poco a poco fuimos achicando la distancia al centro en busca de un techo donde hacer etapa. Mientras pedaleamos escudriñamos pancartas y carteles que puedan anunciarnos una pensión, un albergue, y constatamos que es difícil encontrar dónde pasar la noche razonablemente como acostumbramos en Alemania y en Austria. Nos acercamos al barrio de la universidad. Albergues, pensiones, locandas, pequeños hoteles, anuncian completo. Un cielo anunciando lluvia y la proximidad de la noche nos obligan a tomar decisiones. Descubrimos de casualidad el Continental, un hotel otrora elegante en el N° 16 de la vía Roma. Al dejar a la Gazelle y a la Gitane en el parking soterrado, el cuenta millas marcaba 59,39 km. Una vez instalados, una fina lluvia cubrió Treviso. ©VCAweg2012 

Lancenigo (Villorba)



En Lancenigo florecieron las villas venecianas diseminadas por el territorio. La Villa Angélica fue construida en el siglo XVI, otras como la Perocco y la Giovannina en siglos posteriores, y una de las más conocidas, es la Villa Persico, en la que vivió Benito XV, Papa de la iglesia católica desde 1914 hasta su fallecimiento, y gran opositor de la IGM. Lancenigo también sufrió durante la guerra del 1914 al 18, y no fue hasta la década del 1930 que comenzó a extender su trama urbana. La vía Piave atraviesa el pueblo, rodeado de granjas agrícolas. Llama la atención un edificio de factura posguerra en el cual sobre el friso del portalón está escrito Monumento-Asilo. De planta en L, el edificio se levanta sobre una fundación soterrada que yo imagino como una cripta. Se accede por una escalinata que lleva a un alto soportal sostenido por seis gruesas columnas y entre ellas, un enrejado a forja. En el lineal frontispicio, a relieve, un fusil y el brazo de un cañón cruzados y encima, un casco de soldado. Con toda evidencia, un monumento a los caídos. Entre las dos puertas de acceso al interior del edificio, una estela recuerda a los caídos y desaparecidos lancenighesis. Por un costado del monumento-asilo se llega a la iglesia parroquial San Giovanni Battista (San Juan Bautista). Una hilera de cipreses a cada lado de la vía deja ver al final de la calle la fachada de la iglesia, neoclásica, en la que sobresalen sus columnas centrales sosteniendo el labrado frontispicio y las pilastras decorativas que sostienen las pendientes de las dos galerías adosadas a la nave central. Cuatro estatuas se yerguen en cada pendiente y una sobre el pináculo del frontispicio. La torre campanario se eleva a la derecha a mitad del edificio, como un satélite tratando de alcanzar la espiritualidad diseminada por los aires. Al dejar Lancenigo, dejamos Villorba, el municipio que marca frontera con Treviso, la etapa pausa antes de seguir la calzada romana que nos lleva a las puertas de Venecia. ©VCAweg2012

Catena y San Sisto (Villorba)


Ya estábamos en la comuna de Villorba, un municipio pegado a Treviso. Entramos y salimos de Catena sin enterarnos. Pueblo con escaso encanto. De la calle cuyo nombre honora a Pio VI, pedaleamos por tramos agrupando caseríos, terrenos secos esperando ser cultivados, parcelas con viñedos, y otras sembradas de maíz. Consultamos el mapa y nos sugirió tomar la vía Borgo. Por ella dejamos la frazione de Catena y entramos en San Sisto por Monte Grappa. El encanto de la iglesia de San Sisto radica en su pequeñez. Me pareció una casa de esas que dibujábamos cuando niños: cuadrada con techo a dos aguas. De nave única y un campanario enteramente enladrillado, incluso el bulbo que lo corona. Las pilastras también de ladrillos son decorativas. La puerta no es la original, y da ese toque de mal gusto que rompe con el encanto global del edificio. De una cosa estábamos seguros, pedaleábamos por la vieja calzada romana, en ese trozo de calle (Vía Piave) que atraviesa San Sisto y donde fueron construidas lujosas villas por los ricos comerciantes de Venecia. Nos faltaba un kilómetro para llegar y atravesar Lancenigo. ©VCAweg2012  

Lovadina


Pasamos por debajo de la línea ferroviaria en la vía Manin y comenzamos a rodar por calles medio urbanas medio rurales y por carreteras, y todo ello para hacer un puñado de kilómetros hasta Lovadina, que es también una localidad de Spresiano. Un poco más adelante, avistamos la aguja de la iglesia parroquial de Lovadina. Cadencia en el pedaleo para avanzar en el camino. La vía Pío VI nos sacó del pueblo que se disputaran franceses y austriacos comenzando el siglo XIX, y atrás quedó Lovadina flotando en la llanura. ©VCAweg2012

De Spresiano a Lovadina

 

Al lado de la parroquial, en la vía Nazionale haciendo esquina con San Domenico se alza un inmueble interesante por su factura, y sobre todo por las dos columnas centrales que sostienen el frontispicio, centralizado entre estas dos columnas. Otras dos pilastras se incorporan al sostén del friso alargado, pero trabajadas con los mismos materiales que componen al edificio. Por los murales informativos (que no anunciaban alguna cosa relativa al pueblo) pensé en un inmueble de la administración, pero del pueblo en sí, pues la sede del municipio está en la calle Dante Alighieri. El poeta y escritor florentino, aunque de él ni el polvo quede, debe estar orgulloso de ver por toda Italia, calles con su nombre. En efecto, estábamos pedaleando en la calle que honra al padre de la lengua italiana. Una calle reconstruida después de la primera guerra y donde se levantan hermosos ejemplos de la arquitectura de los pueblos que hubo, más que reconstruir, hacerlos casi nuevos. Salir del centro para dirigirnos a Lovadina nos llevó dar rueda y llegar al mismo punto varias veces. Al final enfilamos raudos por la vía Manin que nos fue sacando del pueblo. En una de esas calles periféricas, de casas modestas y solares yermos, pasamos frente a una iglesita que no veía pintura ni conservación desde finales del XIX. En la punta del frontispicio, un santo (cuál?) enmohecido y faltándole el brazo derecho, miraba hacia la dirección de donde veníamos. ©VCAweg2012

La Santísima Trinidad (Spresiano)





Sobre ruinas, demoliciones, ruinas por el tiempo y las ruinas de la guerra, fue construida la flamante iglesia de la Santísima Trinidad en este pueblo al sur del Piave. El arquitecto Lorenzo Rinaldo fue el proyectista del edificio estilo renacimiento, que viera la luz en 1925. El campanario fue obra de otro arquitecto italiano, Antonio Beni. Simetría, el equilibrio de los motivos, incluso sus proporciones, dan fe de la maestría versátil de los artistas a la hora de conjugar la ingeniería, el arte y la filosofía. La fachada impresiona por su cuadratura equilibrada, lineal, austera en motivos, donde sobresalen tres ojos de buey  y dos nichos con las estatuas de Santa Bárbara y de San Jorge. Yendo hacia el fondo para acercarnos a la torre campanario, se puede apreciar el pórtico concebido, con un frontón maestral para una dependencia que usualmente es austera en su concepción. Como otras torres, la base en forma de raspadura, sostiene el enladrillado que se detiene a la altura del reloj. El campanario mezcla líneas neoclásicas y nos recuerda la conceptualización de la arquitectura a la antigua. ©VCAweg2012

Spresiano (municipio y pueblo)

 

Como la calle XXIV Maggio era una vía sin salida, nos la arreglamos para incorporarnos a la vía Madonnetta, donde se mezclan lo urbano y lo rural, los viñedos y los maizales, y campos arados ansiosos de ser sembrados. No sabíamos exactamente a donde nos llevaba la calle que lleva a la Madonnetta, y por respeto al mapa, otra vez lo consultamos. La Via dei Santi serpentea una zona de canteras, estrechas franjas arboradas y sitios de labranza, pedaleamos hasta Busco, y como el que busca encuentra, Busco, igual de gentil, nos convidó a dar rueda por una calle pueblerina con nombre de conde, la vía Camillo Benso Conte di Cavour, y por ella fuimos directo al centro de Spresiano. Al desembocar en la vía Nazionale, nos tropezamos con el Monumento a los caídos. Como quien viene del cielo, del cielo baja un ángel de bronce y entra por la puerta de la gloria y la paz. El ángel levanta una rama de olivo con su brazo derecho y lleva una espada en su mano izquierda. Entre dos gruesas columnas, levita el ángel. El monumento erigido entre las dos guerras, es un hermoso conjunto escultórico donde se recuerda a los caídos de la comuna, en todas las guerras y campañas. ©VCAweg2012


Bidasio (Nervesa della Battaglia)


Al final del puente sobre el Piave, entramos a Bidasio, una frazione de la comuna de Nervesa della Battaglia. Laberinto de calles y terrenos que se dedican a la carrosería, la mecánica, concesionarios de automóviles, escasas vías urbanas y hasta una pista ciclable en un pueblito que me pareció fantasma. Quisimos evitar las carreteras, a veces imposible, y en lugar de aventurarnos por la SS13, lo hicimos por la SP248, y al llegar a una rotonda nos detuvimos para tomar la SP70 y avizorando que al final de ésta estábamos obligados a incorporarnos a la SS13, volvimos a mirar el mapa de la guía Bikeline. Así descubrimos que las tres carreteras forman un triángulo del que había que alejarse lo más rápido posible. Commencé a hartarme de las siglas viales y opté en acuerdo con el lieutenant, de avanzar por la XXIV Maggio. No avanzamos mucho, pero descubrimos al lado de las ruinas de Villa Bidasio, una iglesia con ese aire abandonado que la soledad imprime a los muros enmohecidos. Nave de techo alto con fachada neoclásica austera, y el más común de los frontispicios. De los vidrios del rosetón de la fachada, pocos quedaban, otro detalle del abandono. La pequeña campana sobre la cubierta al fondo de la nave, estaba guarecida por un techo de metal a dos aguas. La iglesia no es otra que la consagrada a la Madonna del Rosario, construida en el XVII, reconstruida después de terminada la guerra. Bidasio,un pueblito trampolín que nos catapultó a Spresiano. ©VCAweg2012