mardi 18 septembre 2012

De Collalto a Susegana

 

Collalto es pequeño y lo atraviesa una carretera con su nombre, pero no imaginen una carretera, es una cinta estrecha asfaltada con algún que otro caserón que la guerra dañó y pudo ser recuperado, y casas de viviendas que no llegan a ser granjas ni haciendas, pero cuyos propietarios trabajan su parcela o en “aziendas” de la localidad. El cartel anuncia el final del caserio. Un capitello nos muestra a San Antonio en un nicho protegido por una puerta de hierro y cristales. Higueras, chopos y abedules verdean los bordes de la vía, con prados cercados y reses bebiendo en los abrevaderos. También parcelas con viñedos que resultarán ese proseco italiano que es toda una institución en el negocio vitícola. Por esos lares, se caza de manera silvestre, y existen haciendas dedicadas  a eso (aziendas faunistico venatoria). Pedalear por esos parajes es un bálsamo verde que penetra con olores a campo y nos acompaña durante un buen trecho. A veces me da la sensación de estar perdido, pero tampoco oso mirar el mapa. Al cabo de tres interminables kilómetros, termina la carretera de Collalto, y al doblar a la izquierda, nos incorporamos a la vía de San Salvatore, por la que pedalearemos otros dos kilómetros para llegar a Susegana. Estamos en un monte boscoso lujuriante, a dos pasos del Colle della Tombola, un punto desde el cual se aprecian montes y llanos cerca-lejos de Susegana. Por un atajo a la izquierda se suben unos escalones que llevan a una capilla, que por el herrumbre de su verja parece olvidada, y en cuyo interior, un fresco mural nos presenta a dos santas católicas que yo puedo confundir, y que imagino sean Santa Rita y Santa Lucía. Terminada la parte umbría de la carreterita, vuelven a aparecer extensos viñedos y viejas granjas con cipreses gigantes. ©VCAweg2012 

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire