vendredi 14 septembre 2012

Ora, Egna, Laguetti & Salurn / Salorno


Al cruzar el Adige, inmediatamente tomamos un camino a la derecha. Este camino mal señalizado, Río Lusina según el mapa de Google, -que abrimos solo en caso de desesperación caminera, porque el gps y la guía, aunque lo trazan, no lo nombran-, nos llevará a buen puerto cuando ya las ruedas estén cansadas y nosotros le acordemos un descanso. Lo de río, presta a confusión, Río Lusina y Río Nero, son canales de irrigación que vierten sus aguas en el Adige. El pedaleo será bordeando ese canal, que va paralelo al Adige y a la autopista A22. A pesar de la cercanía de la autostrada, rodamos por una reserva natural.  A la derecha el Adige y a la izquierda, campos enteramente cultivados. El Lusina muere en el Adige y un poco más adelante, el turno de vertir sus aguas, al Nero. Castelfeder, por sus condiciones ambientales uniformes es el sitio biotopo por excelencia en estos parajes. Si le hacemos caso a Bikeline, lo mismo seguimos la ruta  paralela al Adige, por la cual rodamos, que cruzamos a la orilla derecha por el puente sobre el río. Para los bicicleteros, aparece un cartel con doble señalización. Una flecha indica Bolzano, pero de por aquella vuelta venimos. La otra flecha indica Trento. Hay algo en en esas cinco letras que es evocador. T r e n t o. Y es que tarde o temprano la ciudad italiana nos verá pasar. Evitamos desviarnos y continuamos nuestro camino. Pasamos a 500 metros de la localidad de Egna (Neumarkt), sin intención de buscar alojo allí, de manera que seguimos respirando el aire fresco que envuelve al Adige. El tramo es largo y de cuando en cuando encontramos a algún ciclista en sentido contrario a nosotros. En medio de los campos, casas e iglesias diseminadas, incluso un viejo monasterio, St Florian, y no lejos de él, la Capilla también llamada de St. Florian, como el propio caserío. Sobre el Adige comienzan a caer las sombras de la tarde. El camino parece interminable. Laguetti encendía el alumbrado público y el campanario de San Lorenzo quedó iluminado. Una hora después entramos en Salorno. Fuimos directamente al Gasthof Salurn y dimos en el blanco. Parqueando las bicicletas miramos el cuentamillas: 83,78 kms en la jornada. El término de pedaleo merecía una ducha doble y también el doble de ración, con un vino local, y para sellar un buen gelato italiano, que el “albergo” tenía en los bajos una “gelatería”. ©VCAweg2012

Lago di Caldaro por Campi


Para volver a atravesar el Adige, hemos de contornear el Lago de Caldaro, y como siempre, se nos presentan dos alternativas,  a la derecha o a la izquierda. Miramos la guía, miramos el reloj y echamos un vistazo al kilometraje. La guía propone, igual que el gps, seguir recto hasta Termeno (Tarmin en tedesco!), cinco mil metros y luego comenzar una cuesta de casi cuatro kilómetros hasta Fossa di Bronzolo, para cruzar el Adige. Nananina, -le dije al lugarteniente, son las cinco de la tarde, y nos queda un buen trecho hasta donde encontremos alojo y cerrar la etapa. Uffff, uff, se contentó a balbucear el lugarteniente Wakim. Acordamos pedalear por la Vía Campi al Lago. Desde esta orilla, disfrutamos la vista que regala San Giuseppe al Lago. Fuera del burgo se levanta la iglesia, que deja ver su campanario  y su nave con cubierta de tejas, pequeña iglesia, dedicada a San José desde que fue construida en el siglo XVII. El lago de Caldaro, frecuentado por turistas todo el verano, es el más grande lago natural de la provincia de Bolzano. En sus orillas, además de los dos burgos, hay zonas de “baignade” y están bordeadas de dársenas y pequeños puertos para los veleros que surcan el lago. Cuando perdimos de vista al lago, ya rodábamos por la vía Monte, que lleva al caserío de Monte, perteneciente al municipio de Vadena. Un poco más adelante, cruzamos la Fossa di Bronzolo y el puente sobre el Adige. Pedaleamos por la vía Termeno, que lleva a Ora, localidad situada a la izquierda orográfica del Adige. ©VCAweg2012



Pianizza di Sopra & Pianizza di Sotto. Kaltern / Caldaro.


La ruta vitícola se desliza entre los caseríos que conforman la comuna de Caldaro sulla strada del Vino. Pianizza. El caserío de encima (Sopra) nos quedaba a la derecha, el de por debajo (Sotto), lo atravesamos en un santiamén. La comuna es valonada y llena de viñedos. No hemos visto los altarcillos con Cristo crucificado, pero si pequeñas capillas con urnas que evocan devoción a la Virgen por estos lares. Un grupo de muchachas ciclistas nos doblan en la carretera, al parecer profesionales de un club por el maillot que visten. A la vuelta de un viñedo, ya han desaparecido de nuestra vista. La ruta, además de viñedos, atraviesa una zona denominada “Industrial y Artesanal”. Aunque no lo parezca, tiene mucho que ver con la economía vitícola de la comuna. A Caldaro pueblo lo bordeamos siguiendo la ruta roja que nos indica la Bikeline, y que no es otra que la del Vino. Se pedalea rumbo al sur, buscando otra vez el Adige, que se convierte en rosa náutica para nosotros. ©VCAweg2012

Eppan / Appiano & St. Michael / S. Michele


Appiano sulla Strada del Vino es como se llama el municipio y Appiano el nombre de la localidad, pero sin el agregado stradal incorporado en 1973. Posicionada sobre la ruta de los vinos, a Appiano se le conoce también como “país de castillos, lagos y vinos”. En Eppan, que es el nombre alemán de Appiano, poco más del 80% de la población es de lengua maternal alemana. Linda con Appiano, la pequeña ciudad de S. Michele, sede del gobierno municipal y centro cultural y comercial de toda la comuna. Languidecía la tarde y precisábamos de pedalear todavía un buen rato. Al dejar S. Michele, decíamos adiós a Appiano sulla Strada del Vino para descubrir haciendo de nuevo camino, los parajes que envuelven la comuna de Caldaro. ©VCAweg2012

Esculturas en la strada del vino

Algún atajo boscoso cogimos al salir de S. Paolo que perdimos el rumbo. El otro misterio es el de las señalizaciones, a veces señalan demasiado, otras se quedan cortas, sobre todo si en lugar de entrar o salir de los caseríos y pequeños pueblos, lo hacemos en son de aventura y descubrimiento, dejando a un lado el mapa con indicaciones. En un claro del sendero descubrimos un túnel abovedado que nos llevó a un camino forestal que se convirtió en un paseo escultórico. Animales, plantas, palmeras, huevos y enredaderas de piedra o metal, se alineaban en el camino, se escondían entre los árboles y arbustos e hicieron olvidarnos que estábamos perdidos. Claro, una pérdida efímera, el ruido del motor de un tractor nos devolvió la confianza en la ruta por donde pedaleábamos. ©VCAweg2012 

Riva di Sotto & San Paolo


Al cabo de poco más de tres kilómetros, pedaleando por la ruta del vino, llegamos a Riva di Sotto (Unterrain para los germanófonos). La “strada del vino” contorna una zona boscosa que limita el valle del macizo. Los viñedos envuelven el valle y entre el verde de la viña y el verde boscoso se juega una guerra amistosa entre los colores que ofrece la naturaleza. Las plantaciones están envueltas de grandes mallas para la protección. La viticultura es la esencia económica de las comunas que pueblan el valle. Riva di Sotto es un confetti. Está situado al noroeste y bordea la municipalidad de Andriano, justo desde donde venimos. Situado a poca altura, a casi 250 m, el sitio es de una tranquilidad desmedida, y el silencio solo es roto por algún ruido de tractor. En bordura de ruta se levanta la iglesia de Riva di Sotto, consagrada en 1512 y dedicada a San Nicolò, protector de los artesanos y los viajeros, viajeros como nosotros, montados en dos ruedas, y dando ruedas como nos ofrece la vida. La iglesia, aunque fue erigida en el siglo XVI, no fue hasta el sXVII que se dotó de un campanario. Desde Riva, apreciamos el Castel d’Appiano y detrás el Monte Macaion. Mientras dejamos Riva di Sotto, a nuestra derecha  la localidad de Missiano que deja ver el campanario de St. Zeno y Apollonia. Atravesamos el caserío de S. Paolo sin lograr ver de cerca su iglesia parroquial, escribo sin lograr, porque en estos caminos y parajes desconocidos para nosotros, una aguja empinada, un campanario o una cúpula con su cruz, nos ayuda a ubicarnos geográficamente. ©VCAweg2012

Andrian / Andriano (Südtiroler Weinstraße)


Andriano, sitio habitado desde la época romana, con el Adige, muy cercano y navegable, lo que le confirió una posición estratégica y económica importante. Estamos a solo ocho kilómetros de Bolzano, que es junto a Merano, la otra gran ciudad de la provincia del mismo nombre (Bolzano). Pasamos frente a la iglesia de San Valentino, de una sola nave y cuyo campanario fue erigido en el siglo XIV. El pueblito se atraviesa en un abrir y cerrar de ojos, y en ese rápido parpadeo descubro a San Urbano sobre la fachada de una vivienda, y un detalle que ya había notado en Nalles: las viejas granjas (hoy reconvertidas en dependencias de casas) tienen grandes aberturas protegidas por moucharabiehs, como en los conventos y en la arquitectura arabe (los árabes no llegaron a conquistar el Tirol italiano!), algo me hizo pensar en los horreos gallegos, y al cabo de un rato me dije, esas dependencias seguramente almacenaban las cosechas, pues aquello no era otra cosa que un dispositivo de ventilación e iluminación. Ben oui, estábamos pedaleando por la Strada del Vino. ©VCAweg2012

Nals / Nalles



Trece kilómetros de pedaleo desde Lana. Las ventas del camino rozan la entrada a Nalles, situada en la mismísima calzada romana. Un Cristo en miniatura cuelga de un altar demasiado grande, la madera roída por el tiempo, la cubierta musgosa, las flores artificiales. Verde y manzanas alrededor del Cristo. La heráldica de Nalles, dividida en cuatro cuartones lleva dos cisnes y dos toretas, que en la blasonería significan trabajo y dulzura. La dulzura la da la manzana, que es reina y da trabajo en estos parajes cristianos. Me gustó Nalles, con sus viejas casas, sus balcones salientes y geranios colgantes. ©VCAweg2012