Al paso por Cermes, no nos tropezamos al zorro que
distingue su escudo. Tanto mejor. Y seguimos en busca de Lana, que en lugar de
zorro, su blasón presenta un león rojo sobre una cruz teutónica negra. Lana
queda en el recuerdo como un pueblito de final de mañana, tranquilo, desolado,
atravesado por un curso de agua empedrado y el Adige a escasos kilómetros. En
una capilla a un lado de la ruta descubrimos a San Vigil. Como telón de fondo
de Lana, el macizo alpino. La iglesia punteando al cielo, los campanarios
tristes, las contraventanas entreabiertas, frescos pintados sobre sus fachadas.
Lana apenas queda en el recuerdo. La Vía Pascolo nos llevó en subida hasta
Brandis. En estos parajes italianos, el noventa por ciento de sus habitantes es
de lengua maternal alemana, lo que me impide pronunciar Schnatterpeck correctamente,
el nombre que remplaza a Pascolo. Saliendo de Brandis, otra cuesta, y luego la
ruta en descenso nos hace pedalear por una región frutícola donde nos regalamos
un almuerzo a base de manzanas. Por estos lares, las capillas al borde del
camino no faltan, como no faltan los timbiriches que venden, además de
manzanas, uvas, ciruelas, cerezas y peras. ©VCAweg2012
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