mercredi 19 septembre 2012

Apuntes sentado en un bar trevisano…


…escuchando el golpeteo de la lluvia queriendo lavar los adoquines de la vía Carlo Alberto. Treviso es altiva. Transpira historia, religiosidad y soberbia. Es hermosa, y con luz, esa luz que reflejan las aguas de sus cagnanis. Presume de rica y lo presume bien. Afuera, el goteo interminable. Adentro, sorbo a sorbo bebo mi prosecco, y escribo esta nota para cerrar con satisfacción esta pausa en el camino. Trevisanas y trevisanos, todos hacen uso de la bicicleta, eso no les impide ser elegantes, y pedalear relajados por las estrechas calles del centro y por los alrededores. Monjas octogenarias caminan presurosas entre dos lloviznasos. No es una ciudad de ensueño, pero me hace soñar recordando la devanture roja del cine Edison, los portales iluminados, las bicicletas recostadas en cualquier esquina de una plaza, la elegancia de sus mujeres, las ventanas renacentistas y la majestuosa Porta San Thomaso, el león rugiendo sobre nuestras cabezas.  ©VCAweg2012

Del Continental al Carlton (sigue el mal tiempo)

 


El mal tiempo nos pone una zancadilla. Amanece nublado y una llovizna, de esas que no mojan pero que empapan, nos pone en alerta. Inicialmente teníamos pensado dormir una noche aquí en Treviso, y hoy 19 comenzar a pedalear después del desayuno en dirección a Venecia, que de hecho, no está lejos. La lluvia está anunciada para todo el día. No vale la pena montar las alforjas en las bicicletas y llegar a Mestre como dos pollos mojados. Nos presentamos en la recepción del Continental y pedimos prorrogar. Imposible, no hay disponibilidad para esta noche, nos confirmó la simpática muchacha del hotel. Suplicamos. Niente di niente. Palidecimos. Recogimos las pertenencias, y preparamos el départ para las 11 de la mañana. Bajo la pertinaz llovizna, anduvimos por el barrio en busca de otro hotel, albergo o pensión, lo primero que apareciera. Y apareció ante nosotros el Carlton y sin pensarlo dos veces preguntamos si tenían disponibilidad. Dos italianas la cuarentena pasada y con cara de solteronas nos recibieron amablemente, y con la misma amabilidad, dejaron escapar, hay una habitación que tenemos que preparar, 200 euros la noche. Noooooooooooooooo, exclamamos casi al unísono, y ellas se echaron a reír. No que va, aquí termina nuestro periplo y no le pagamos eso!, les dije. Cuánto pueden?, preguntó la más segura de las dos, y el lugarteniente ni corto ni perezoso respondió: ochenta euros. Estará lista a la una, nos dijo la que parecía llamarse Silvana, y para evitar malos entendidos, y asegurar la habitación, pagamos cash como ellas querían. Fue así como descansamos una noche más en Treviso, nada más y nada menos, que en un legendario Carlton, en su jugo, como si hubiéramos retrocedido a los días de su gran esplendor, lo cual nos permitió conocer más de lo que pensábamos en una ciudad inicialmente pura etapa nocturna. ©VCAweg2012

Templo de San Nicolò (con altar de San Roque)

Está considerado como el más alto edificio religioso de la ciudad, incluso, más alto que el Duomo. Fue construido por monjes domenicos comenzando el siglo XIV, y acoge actualmente el Seminario Episcopal. El edificio presume por su sobriedad, la linealidad del abside, como ejemplo de estilo gótico italiano usado por las órdenes mendingantes. En un altar, una escultura de San Roque, descalzo, mostrando la pestífera llaga. La curiosidad radica en dos obras que representan a Hugues de Saint-Cher y a Nicolò de Rouen, en las que aparecen por primera vez gafas y una lupa. ©VCAweg2012 

Iglesia de San Francisco


Me interesó por su estilo transitivo del románico al gótico primitivo, y porque en ella pueden verse las tumbas de un hijo de Dante Alighieri y de la hija de Francesco Petrarca. Data del siglo XIII, tanto el primer edificio, como el que lo remplazó. Fue cerrada desde 1806, en la época napoleónica, y lo estuvo hasta 1928, usada con fines militares. Al ser recuperada y restaurada, fue nuevamente abierta al culto. ©VCAweg2012 


Iglesias de Treviso

La arquitectura religiosa de Treviso es rica y extensa. Viejísimas iglesias y monasterios marcan el decursar de los siglos en una ciudad de larga tradición religiosa y monástica, que no se ha detenido en el tiempo, y con el ensanche de la villa al exterior de sus muros, siguió dando fe de esa tradición. Fue merodeando por barrios nacidos el siglo pasado, que descubrimos una arquitectura religiosa moderna y contemporánea. Sería aburrido atiborrar a quienes pedalean virtualmente este camino, presentarles todo el tesoro patrimonial de la ciudad que me impuso la pausa lluviosa. En post venideros, detallaré aquellos en los que entré para disfrutar de ese patrimonio cultual y cultural, en este les mostraré alguna que otra fachada de esas edificaciones. ©VCAweg2012 

La Loggia dei Cavalieri


A primera vista me pareció un lavadero como los tantos que abundan en los pueblos franceses, pero demasiado elegante el estilo, puro ejemplo del románico de Treviso influenciado por el bizantino, de ahí el toque elagante de la construcción. Y no era un lavadero, pero si un lugar de encuentro, no de mujeres con una cesta de ropa, era un cuadrado en el que se encontraban los hombres notables de la villa. La Loggia dei Cavalieri representaba el punto de encuentro de nobles y caballeros durante el período de la “comuna libre”, símbolo de poder, tanto económico como político, unido a las conversaciones triviales, juegos y hasta conferencias que presentaban caballeros invitados. La Loggia, bastante bien conservada, si tenemos en cuenta que su construcción data del siglo XIII, durante la administración de Giacomo de Perugia. Tanto me gustó la Loggia que cada vez que pasaba, no podía reprimir los deseos de entrar, escudriñar sus muros e imaginarme el ambiente de nobles queriendo arreglar sus negocios o desahogar sus cuitas. La última vez tampoco pude reprimir los deseos, no de entrar, pero sí de fotografiar a un noble de hoy dormitando la siesta de un septiembre trevisano, acomodado sobre el muro de una arcada.  ©VCAweg201

Palazzo dei Trecento

Anoche, hambrientos y sentados en una mesa del restaurante-pizzería “daPino” pudimos disfrutar de la piazza dei Signori pero no tanto del Palazzo dei Trecento, que es uno de los edificios patrimoniales de Treviso, en el mismísimo corazón de la ciudad. El palacio todo de ladrillos, fue construido en el siglo XII para las reuniones de los órganos de la comuna, y con los años se convirtió en la Corte de los Cónsules para las reuniones públicas desde donde el primer magistrado o “podestà” administraba la justicia. El palacio acoge hoy al Gran Consejo integrado por trescientos miembros, y que es la instancia mayor de la comuna, de ahí, que se le llame Palazzo dei Trecento, y también es un importante salón de exposiciones. Merodeando por la plaza, entre los manifestantes de una fuerza sindical trevisana que esperaban la orden de protestar,  descubrí que el restaurante “da Pino” está situado en los portales y en un ala de la planta baja del Palazzo del Podestà, que tiene al fondo la medieval torre cívica, alta de 48 metros y que es la más alta torre de la ciudad. Frente a la fachada oriental del Palazzo dei Trecento se sitúa el monumento a la independencia, y que los trevisanos llaman popularmente, la Teresona, una escultura femenina toda de mármol, alzada sobre un pedestal en forma de gruesa columna que milagrosamente escapó a los bombardeos de 1944 durante la II GM. ©VCAweg2012