La cena
naturniana acabó cuando ya las estrellas titilaban en el techo infinito. El
camino entre el restaurant y la pensión fue como cada noche, un resumen de la
jornada dando pedal. Desde que comenzamos a rodar en la mañana, hasta que
aparcamos las bicicletas en el patio de la pensión, habíamos contabilizado
75,76 kms, cantidad necesaria para caer como plomo sobre la cama, y sin
necesidad de un sonnífero por minúsc ulo que fuera. No obstante, cuando puse la
cabeza sobre la almohada, se me agolparon juntos los carteles que anunciaban
Sand, Ciardes, Colsano y Castelbello, y todo por la rueda dentada color rojo
que aparece en cada una de las vallas. La rueda dentada se puso en movimiento y
yo caí en un profundo sueño, inalterable, plano y duradero hasta las siete de
la mañana, cuando ya el sol comenzaba a iluminar los montes. Divisé el bulbo
rojo que corona el campanario blanco de St. Zeno, y Naturno me pareció como un
lugar perdido del que me costaría trabajo escapar. Y no por el copioso desayuno
de la pensión, que tomamos con deleite. Desperté completamente de ese mal sueño
de vallas anunciadoras y se puso en marcha otra nueva etapa por la calzada
romana. Los Alpes comenzaban a brillar cuando el sol los aguijoneaba con sus
rayos. Montamos sobre la “gazelle” y sobre la “gitane” y no sé de qué manera
volteamos el mapa de Naturno que pasamos frente a St. Zeno, divisamos el
castillo Hochnaturns, una propiedad privada que no se visita, y descubrimos la iglesia
de San Procolo, edificio del carolingio románico, construido sobre las ruinas
de una casa de principios del medioevo.
El GPS
nos sugirió acercarnos a la estación de trenes de Naturno, la Via San Procolo,
como la más simple para salir de la trama urbana y bordear el río por la senda
norte que allí está señalada como Via Flora Gustav. El Adige corría impetuoso
compitiendo con nuestro correr por la ruta que lo bordea. Balada matinal que se
confundía con un paseo a la espiritualidad, acompañados por la transparencia
verdegris del Adige, a un lado, y del otro, chopos y abetos vestidos con el
verde de un casi final de verano. ©VCAweg2012
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire