Al cabo de poco más de tres kilómetros, pedaleando por
la ruta del vino, llegamos a Riva di Sotto (Unterrain para los germanófonos).
La “strada del vino” contorna una zona boscosa que limita el valle del macizo.
Los viñedos envuelven el valle y entre el verde de la viña y el verde boscoso
se juega una guerra amistosa entre los colores que ofrece la naturaleza. Las
plantaciones están envueltas de grandes mallas para la protección. La
viticultura es la esencia económica de las comunas que pueblan el valle. Riva
di Sotto es un confetti. Está situado al noroeste y bordea la municipalidad de
Andriano, justo desde donde venimos. Situado a poca altura, a casi 250 m, el
sitio es de una tranquilidad desmedida, y el silencio solo es roto por algún
ruido de tractor. En bordura de ruta se levanta la iglesia de Riva di Sotto,
consagrada en 1512 y dedicada a San Nicolò, protector de los artesanos y los
viajeros, viajeros como nosotros, montados en dos ruedas, y dando ruedas como
nos ofrece la vida. La iglesia, aunque fue erigida en el siglo XVI, no fue
hasta el sXVII que se dotó de un campanario. Desde Riva, apreciamos el Castel
d’Appiano y detrás el Monte Macaion. Mientras dejamos Riva di Sotto, a nuestra
derecha la localidad de Missiano que
deja ver el campanario de St. Zeno y Apollonia. Atravesamos el caserío de S.
Paolo sin lograr ver de cerca su iglesia parroquial, escribo sin lograr, porque en estos caminos y parajes desconocidos para
nosotros, una aguja empinada, un campanario o una cúpula con su cruz, nos ayuda
a ubicarnos geográficamente. ©VCAweg2012
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