Al
cruzar el Adige, inmediatamente tomamos un camino a la derecha. Este camino mal
señalizado, Río Lusina según el mapa de Google, -que abrimos solo en caso de desesperación
caminera, porque el gps y la guía, aunque lo trazan, no lo nombran-, nos
llevará a buen puerto cuando ya las ruedas estén cansadas y nosotros le
acordemos un descanso. Lo de río, presta a confusión, Río Lusina y Río Nero,
son canales de irrigación que vierten sus aguas en el Adige. El pedaleo será
bordeando ese canal, que va paralelo al Adige y a la autopista A22. A pesar de
la cercanía de la autostrada, rodamos por una reserva natural. A la derecha el Adige y a la izquierda,
campos enteramente cultivados. El Lusina muere en el Adige y un poco más
adelante, el turno de vertir sus aguas, al Nero. Castelfeder, por sus
condiciones ambientales uniformes es el sitio biotopo por excelencia en estos
parajes. Si le hacemos caso a Bikeline, lo mismo seguimos la ruta paralela al Adige, por la cual rodamos, que
cruzamos a la orilla derecha por el puente sobre el río. Para los bicicleteros,
aparece un cartel con doble señalización. Una flecha indica Bolzano, pero de
por aquella vuelta venimos. La otra flecha indica Trento. Hay algo en en esas
cinco letras que es evocador. T r e n t o. Y es que tarde o temprano la ciudad
italiana nos verá pasar. Evitamos desviarnos y continuamos nuestro camino.
Pasamos a 500 metros de la localidad de Egna (Neumarkt), sin intención de
buscar alojo allí, de manera que seguimos respirando el aire fresco que
envuelve al Adige. El tramo es largo y de cuando en cuando encontramos a algún
ciclista en sentido contrario a nosotros. En medio de los campos, casas e
iglesias diseminadas, incluso un viejo monasterio, St Florian, y no lejos de
él, la Capilla también llamada de St. Florian, como el propio caserío. Sobre el
Adige comienzan a caer las sombras de la tarde. El camino parece interminable.
Laguetti encendía el alumbrado público y el campanario de San Lorenzo quedó
iluminado. Una hora después entramos en Salorno. Fuimos directamente al Gasthof
Salurn y dimos en el blanco. Parqueando las bicicletas miramos el cuentamillas:
83,78 kms en la jornada. El término de pedaleo merecía una ducha doble y
también el doble de ración, con un vino local, y para sellar un buen gelato
italiano, que el “albergo” tenía en los bajos una “gelatería”. ©VCAweg2012
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire