Para no perdernos en el área artesanal del Fagher,
buscamos el centro de Quero rodando por la vía Cao del Fossa, un camino
campestre con viejos caserones llorando esa tristeza gris que el moho y la
humedad son capaces de crear. Llegados a la vía Nazionale, doblamos a la
izquierda y fuimos pedaleando sin prisa hasta un edificio sorprendente. Iglesia
dell’Annunciazione della Beata Vergine María. Concebida con una planta barroca,
se le conoce como sitio religioso desde el siglo XIII, cuando ya fungía como
iglesia parroquial. Con la renovación en el siglo XVI, fue agrandada, y volvió
a ser restaurada en los dos siglos siguientes, XVII y XVIII. En 1806, un
proyecto renovador le confiere su aspecto actual, de estilo neoclásico. La
guerra no la perdonó y el edificio fue gravemente deteriorado. Con los años, la
iglesia ha vuelto a imponer su austera fachada. Y justamente su fachada, yo la
encontré sorprendente, por ser diferente. El pórtico principal, al cual se
accede después de haber subido seis escalones, estaba clausurado. Una pieza de
cartón aglomerado hacía de valla. El cierre nos impedía ver una pintura de
Tintoretto, “Descenso al infierno”. Quedaba curiosear el exterior del edificio.
La fachada imponente por su cuadratura, donde cuatro pilastras estructurales y
decorativas, engarzadas a la cornisa, sostienen un frontón que oculta la
cubierta de tejas de la nave, bastante alta. El frontón, que también termina en
cornisa, deja ver la continuación de las columnas, ausentes de toda
ornamentación. El campanario, espigado y con un reloj en cada uno de sus cuatro
muros laterales, abriga tres campanas cuyo sincronizado concierto transporta a
las nubes, revolotea en los montes y desciende suavemente en la tranquilidad
que sume al pueblo. ©VCAweg2012
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