lundi 17 septembre 2012

Final de Belluno (provincia)


Del hombre político (JFK) pasamos al hombre religioso. La vía Giovanni XXIII (Papa entre 1958 y 1963) nos fue sacando del viejo pueblo y nos condujo hasta la estación ferroviaria Alano-Fener-Valdobbiadene, justo al lado del Parco del Piave, un pulmón verde  bañado por el azul del río. Dejado atrás Fener y antes de cruzar nuevamente el Piave, nos vuelve a atrapar la historia. El Piave fue rojo de sangre, sangre de soldados todos, que se enfrentaban sin a veces saber, o sabiendo, el por qué se batían. Alemanes, austriacos, italianos, franceses, húngaros, se vieron acorralados por el fuego de unos y otros, allí, donde corre el Piave, donde el Piave es frontera, es alma y vena de una región. Y allí justamente, otro monumento, sencillo, recuerda a los países beligerantes, para que el recuerdo doloroso los una, y los una en paz, fraterna, por siempre. Algo así dicen las cinco placas en sus respectivos idiomas, colocadas noventa años después de terminada la primera guerra. Y llega el momento de cruzar el Piave con su enmarañado cauce, sus islotes arenosos o bien tupidos de una boscosidad que lo hacen remarcable por la fauna que en ellos habita. De una orilla a la otra, un brazo largo de hierro y cementado. A la izquierda, el rivereño parque. A la derecha, el Piave represado, escapando lentamente para de nuevo ser cauce, arenas y frescor.
©VCAweg2012

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