Vía Madonna Prima (I)


…y las enfermedades, como la gripe española que al
finalizar la guerra grande se llevó a la tumba más de trescientos fonzasinos.
Fonzaso sufrió igual los embates de la segunda guerra, y ocupó un lugar de
mérito en la resistencia antifascista, durante el periodo de ocupación. Un
pueblo para hacer etapa, -me dije, pero Feltre nos esperaba unos kilómetros más
adelante. El sol calentaba todavía al final de la tarde y el cielo se mantenía
despejado. A Feltre podíamos llegar por la carretera provincial (SP12) en poco
tiempo, pero nada como pedalear por caminos y senderos abundantes en
sensaciones. San Micel es un restaurante insertado en el “agriturismo” donde,
con los ojos cerrados, se puede comer sano y sobre todo local. El restaurant
está situado en la bifurcación de la SP12 y la vía Madonna Prima. Enrumbamos
por la vía que se desplaza entre pequeñas granjas, sembrados y el hábitat de una
paisanería que yo pienso feliz. Ambiente rural en un camino periférico del
pueblo. Aires urbanos al interior de la ruralidad. Casas confortables, con
huertas, jardines, perros ladrando, gatos a la caza de un lagarto, casas
anunciando el label “agriturismo” (B&B) y todo en la estrechez limpia de la
vía. La curiosidad en esta vía-camino-sendero-atajo la descubrimos cuando
persuadidos que íbamos a entrar pedaleando por el portón de una propiedad
privada, nos dimos de bruces con el “capitello Madonna Prima”, al cual hay que
entrar por su abierto portillón para continuar por la vía. El capitello
dedicado a la Madonna Prima me trasladó indistintamente a otros sitios, a
China, a granjas en Francia y en Bélgica, e increiblemente, a algo así como un
peaje, por el que te ves obligado a pasar. Abunda en Italia el neoclásico, y en
este estilo arquitectónico fue concebido el capitello. La capilla es un círculo
achatado y más alargado en sus laterales, dotados de sendas ventanas en
semicírculo protegidas por una marquetería con cristales. Una cornisa corrida
bordea toda la capilla y en la fachada sobre la puerta de hierro para pasar al
interior del capitello, un tragaluz del cual nace en su vano superior un rostro
esculpido del cual solo se percibe la nariz y los ojos y a cada lado un cuerno
de la abundancia. Le sigue una inscripción en latin que dice más o menos “santa
madre levantada en un coro celestial de ángeles”, y aún por encima un pequeño
frontispicio triangular. La cubierta del capitello, en carpintería y tejas, se
extiende como un voladizo y reposa sobre dos gruesas columnas unidas en la
parte baja por un muro y una plancha fina a vocación de banco para orar. Del
techo en mitad de la vía pende una lámpara. Para no dejar a media la
curiosidad, husmeé por las aberturas de la puerta de hierro y pude ver en su
nicho celestial a la Madonna prima, de hermoso rostro angelical. ©VCAweg2012
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