dimanche 16 septembre 2012

Vía Madonna Prima (I)


…y las enfermedades, como la gripe española que al finalizar la guerra grande se llevó a la tumba más de trescientos fonzasinos. Fonzaso sufrió igual los embates de la segunda guerra, y ocupó un lugar de mérito en la resistencia antifascista, durante el periodo de ocupación. Un pueblo para hacer etapa, -me dije, pero Feltre nos esperaba unos kilómetros más adelante. El sol calentaba todavía al final de la tarde y el cielo se mantenía despejado. A Feltre podíamos llegar por la carretera provincial (SP12) en poco tiempo, pero nada como pedalear por caminos y senderos abundantes en sensaciones. San Micel es un restaurante insertado en el “agriturismo” donde, con los ojos cerrados, se puede comer sano y sobre todo local. El restaurant está situado en la bifurcación de la SP12 y la vía Madonna Prima. Enrumbamos por la vía que se desplaza entre pequeñas granjas, sembrados y el hábitat de una paisanería que yo pienso feliz. Ambiente rural en un camino periférico del pueblo. Aires urbanos al interior de la ruralidad. Casas confortables, con huertas, jardines, perros ladrando, gatos a la caza de un lagarto, casas anunciando el label “agriturismo” (B&B) y todo en la estrechez limpia de la vía. La curiosidad en esta vía-camino-sendero-atajo la descubrimos cuando persuadidos que íbamos a entrar pedaleando por el portón de una propiedad privada, nos dimos de bruces con el “capitello Madonna Prima”, al cual hay que entrar por su abierto portillón para continuar por la vía. El capitello dedicado a la Madonna Prima me trasladó indistintamente a otros sitios, a China, a granjas en Francia y en Bélgica, e increiblemente, a algo así como un peaje, por el que te ves obligado a pasar. Abunda en Italia el neoclásico, y en este estilo arquitectónico fue concebido el capitello. La capilla es un círculo achatado y más alargado en sus laterales, dotados de sendas ventanas en semicírculo protegidas por una marquetería con cristales. Una cornisa corrida bordea toda la capilla y en la fachada sobre la puerta de hierro para pasar al interior del capitello, un tragaluz del cual nace en su vano superior un rostro esculpido del cual solo se percibe la nariz y los ojos y a cada lado un cuerno de la abundancia. Le sigue una inscripción en latin que dice más o menos “santa madre levantada en un coro celestial de ángeles”, y aún por encima un pequeño frontispicio triangular. La cubierta del capitello, en carpintería y tejas, se extiende como un voladizo y reposa sobre dos gruesas columnas unidas en la parte baja por un muro y una plancha fina a vocación de banco para orar. Del techo en mitad de la vía pende una lámpara. Para no dejar a media la curiosidad, husmeé por las aberturas de la puerta de hierro y pude ver en su nicho celestial a la Madonna prima, de hermoso rostro angelical.   ©VCAweg2012

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