Como Arsiè fue duramente castigado durante la
Primera Guerra Mundial, busqué el monumento a los caídos. Al no encontrarlo, decidimos
seguir nuestro camino, por la vía 1° de mayo en plena mitad de septiembre. Ya
fuera del pueblo, otra iglesia, la de San Michel, y que tiene inscrito sobre el
arquitrabe el año 1640. El templo, construido en un declive al pie de un monte
abundante de verdes, fue utilizado en sus orígenes como lazareto. El cañoneo
incesante entre las potencias del conflicto se hizo sentir en esos parajes agrestes,
y la explosión de granadas dañó considerablemente el sencillo edificio, que
fuera más tarde rehabilitado por el cuerpo de Ingenieros de Belluno. Llegando
de Arsiè, San Michel da la impresión de un caserón. Una puerta a la pradera
valonada, hacia el verde, el color conocido. Aberturas en semicírculo con
ventanas en el centro, igual en ambos laterales de la nave, y el frente, como
todos los muros, decrépito y casi abandonado. Los frescos casi desaparecidos roídos
por la humedad, la puerta cerrada, como las ventanas cuadradas, y el vano que
quiso ser ojo de buey, invadido por las telarañas. Donde hubo espacio para
campana, ahora tañe el silencio, desprovisto de metales. ©VCAweg2012
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