Seguir la ruta significa volver a cruzar el torrente
Cismon, el término torrente de hecho da miedo, por aquello de torrencial cuando
nos referimos a un aguacero gordo y sin fin. Sin embargo, todos los torrentes
que hemos cruzado, bordeados o evitados parecen riachuelos inofensivos, pedregosos
y de poco lecho. El Cismon es límpido y pueden verse las piedras del fondo y
las plantas acuáticas despeinadas por la tímida corriente. En muchos tramos, el
cauce casi seco, forma arenales e ilusorias playas donde campan bañistas. Miedo
sólo hay que tenerle a un torrente cuando hay crecidas, porque arrastra toda la
furia acumulada en tiempos de seca. Entramos a Fonzaso por la carretera donde
está emplazado el cementerio. El pórtico de hierro estaba abierto, y al fondo
está situado el edificio que reúne administración, nichos y capilla religiosa.
La fachada con frontispicio en semicírculo armoniza con sendas alas portaladas
y amplias aberturas en arco. Adosados a los muros, panteones y lápidas.
Pedaleando por la vía Zucco fuimos directamente al centro de Fonzaso. En la
plaza Colao, el edificio del Municipio y detrás la iglesia parroquial de la
Natividad Feliz de María. Como poco habitual, la iglesia estaba abierta, así
que decidimos echar una ojeada a su patrimonio interior. Dos magníficos
retablos del siglo XVII, uno representando la Lamentación y el otro la
Anunciación. Dos santos desconocidos, San Vittore y San Corona, esculpidos por
el italiano Francesco Terilli, también en el siglo 17. El edificio original,
datando del s.XIII fue destruido por un incendio en 1581, y el actual fue
levantado en 1610. Su estilo neoclásico lo adquirió con la última restauración
a principios del siglo XX. Esbelta torre también neoclásica, con un detalle, la
cornisa en el nivel que precede al campanario y los balaustres que dan un aire
de balcón a las ocho ventanas donde se sitúan las campanas. En la base de la
torre, una placa recuerda el primer conflicto mundial y su repercusión en
Fonzaso, cuando los alemanes desmontaron los bronces sagrados para fabricar
armas. Ah, la expoliación, la guerra, las guerras, que nunca cesan en este
mundo…©VCAweg2012
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