Alrededor
de Roncegno, en las tierras alimentadas por el Brenta se cuentan más de
cuarenta granjas agrícolas. La ruta para ciclistas, no solo permite el disfrute
de la región, del verde-marrón agrícola y del Brenta hecho cinta plateada
brillando con las caricias del sol, permite pedalear a nuestras anchas, y
corresponder al saludo fraternal de otros ciclistas. Entre las poblaciones, las
líneas de autobuses durante los meses de abril, junio y septiembre, instalan en
sus carros parrillas portabicicletas para facilitar el acceso a los senderos y
pistas ciclables. En un alto del camino, los amantes de los perros tienen un
centro cinófilo. Estamos en la puerta de Borgo Valsugana, a 380m de altitud. La
ciudad está enclavada entre dos montes de poca altura, el Ciolino al norte y el
Rochetta al sur. Borgo tiene una particularidad en su trama urbana, y es que, a
diferencia de todos los otros núcleos urbanos del Trentino, supo crecer, a uno
y otro lado delo río Brenta. El castillo Telvana, situado sobre una colina al
nordeste de Borgo, ruinoso pero habitado, es un ejemplo de la arquitectura
militar en tiempos de señoríos y guerreros. Su torre cuadrada, alta y estrecha,
nos servirá de rosa náutica a nuestro paso por Borgo. La ciudad, tranquila y
hospitalaria al final de la mañana, empuja a un café que tomaremos en la plaza
“Martiri della Resistenza”, a dos pasos del templo cívico de Santa Ana. La
pequeña capilla de San Roque, la descubrimos mientras buscamos la iglesia de la
Natividad de María. Lorena, en su inocencia de bronce, arropa a su gato
afectuosamente pegado a ella, la niña lo mira con ternura y se deja fotografiar
sin que yo le pregunte si puedo [Lorena col gato, de Nerio Fontana(1988-2005)].
A un costado de la Natividad tomamos nuevamente la pista de la Valsugana. ©VCAweg2012
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