dimanche 16 septembre 2012

Caldonazzo (una vuelta por el pueblo)


Una vez desayunados (petit déjeuner si generoso que casi nos cuesta trabajo levantarnos de la mesa!), las alforjas guindadas de la parrilla trasera y el cuenta kilómetros llevado a cero, la partida es inminente. Sin embargo, Caldonazzo merece dos vueltas por sus callejuelas estrechas. La primera vuelta, a la búsqueda de una lavandería para secar ropa, cosa que no logramos, no porque no hubiera lavandería, sino porque con nosotros la secadora automática no quiso funcionar. Luego vino la vuelta de descubrir, de curiosear. En la vía Monte Rive se alza la neoclásica iglesia de San Sisto, construida en la primera mitad del siglo XVIII, por el arquitecto italiano Francesco Somalvico. Fachada racional y austera con alto frontispicio soportado por cuatro columnas entregadas. Detrás de su nave central, a la izquierda, la torre campanario, el reloj marcando las nueve en punto de la mañana. En la explanada delante de la iglesia, dos monumentos nos traen a recuerdo las grandes guerras europeas. Una columna pequeña en la cual está inscrito “A los caídos y desaparecidos de todas las guerras” sostiene una escultura de bronce con un ángel en oración tendido sobre espinas… En el otro monumento, de Caldonazzo a sus hijos caídos del 14 al 18, aparecen todos los que no volvieron de la contienda. Sentí almas rondando por la explanada, pensé en los soldados franceses, “les poilus” de la primera guerra, y pensé en los cuatro hermanos Buttin. Y enrumbamos otra vez, siempre mirando al sur, buscando la calzada romana. ©VCAweg2012

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