Al amanecer del jueves de 13 de septiembre, una
intensa luminosidad envolvía Nauders. El césped de Haus Julia estaba polvoreado
de blanco y seguían cayendo copos algodonados. La luz fulgurienta venía de las
montañas. Todos los picos alpinos y sus crestas se habían vestido de blanco
sobre blanco. Por encima de las eternas cumbres nevadas, la nieve fresca
campaba en todo los parajes alrededor de Nauders. El pico Muttler (3294 m) en
el macizo de Sammaun, y el pico Piz S-chalambert (3031 m) de la cadena de Sesvenna,
ambos en el Grisons suizo; en el lado austriaco el Wildspitza (3770 m), el
Wildnörderer, el Seekarköpfe y el Nauderer Hennessiglspitze. Sorprendente
verano alpino. Lluvia de nieve, y nieve derretida a cada minuto que pasaba.
Nauders volvió a ser verde y calles pavimentadas. Del suceso, quedó un frío
montañero que nos sorprendió una vez fuera de la casa, cuando sacábamos las
bicicletas del garaje. La Gazelle por fuerza natural daba brincos. La Gitane
estaba helada. Nosotros, acabados de desayunar, y copiosamente, teníamos el
estómago “calientico”, como decía mi madre, pero las piernas heladas. Siempre
se prevee algo para cubrirnos de la frialdad y la humedad de los bosques, pero
no pensamos nunca en las piernas. Preparar las bicis con sus alforjas, nos
lleva poco tiempo, porque ya estamos acostumbrados, pero en la mañana de
septiembre trece, el tiempo de preparación me pareció interminable. Cuál sería
la solución al “problema” ? ©VCAweg2012
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