Nos desplazamos por la ruta húmeda que fue trazada
paralela al Adige, y que nos llevará directamente a Burgusio, a poco más de
1200 metros de altura. El cartel que anuncia al pueblo, emerge de entre el
verde y deja ver una profusión de colores pasteles. Burgusio, en el municipio
de Malles Venosta, fue un burgo instalado en la antigua calzada romana, y cuyo
origen remonta a un fuerte construido por los soldados del imperio. En las
alturas del pueblo se yergue la Abadía de Marienberg, y cuyo emplazamiento a
1340 metros la convierte en la más alta abadía benedictina de Europa. La abadía
tiene una impresionante iglesia barroca, y en el centro del pueblo, una iglesia
dedicada a María (Ig. Parroquial de la Concepción de María), y cuya aguja
coronada por la cruz, se alza imponente sobre los techos bajos de pizarra y
tejas. Los geranios colorean las fachadas blancas con sus frescos
tradicionales. Calles adoquinadas, plazoletas, y frente al Albergo de los
Moros, una fuente donde se levanta la estatua de una heroína de espada y
balanza justiciera. Me viene al pensamiento, Jeanne d’Arc. Un tractor aparece
en un recodo de la plaza y rompe el silencio, dejan de oirse los dos chorros de
agua de la fuente, y el cartel que anuncia que el Albergo data de 1665, nos
hace aparcar las bicicletas y entrar en el salón comedor para calentar nuestros
estómagos con un caldo tirolés. ©VCAweg2012
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