Glorenza
cuenta apenas un poco menos de mil almas. El cartel anunciador de la Citta di
Glorenza nos invita a detenernos para apreciar a la que se le considera como la
más pequeña villa de los Alpes del Sur. Vale la pena esta gloriosa pausa en
Glorenza, una joya de la arquitectura del medioevo tardío. Entramos por la
Porta di Tubre, conocida como puerta de la iglesia, y es que puertas y arcadas,
con las fachadas simples y cornisas pintadas con colores pasteles, nos hace
olvidar las bicicletas para viajar en el tiempo, perdernos en sus estrechas
callejuelas adoquinadas y aparecer sin buscarla, delante de la iglesia de San
Pancracio. Salimos nuevamente de la villa amurallada y el pedaleo sobre la
Claudia Augusta se fue haciendo ligero en dirección de Prad. A un lado y otro
de la vía, los manzanares se adueñan del paisaje. Los montes con sus crestas
nevadas se disputan la tranquilidad como telón de fondo…©VCAweg2012
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