mardi 11 septembre 2012

Dormitz, Strad y Tarrenz



Dormitz se percibe como una mancha semiurbana entremezclada de verdes y campos laborados. No es pueblo, tampoco es caserío, aunque  lo fuera antes de convertirse en parroquia de Nassereith. Desde el camino, que aquí se anuncia como calle del Ingeniero Kastner se avista la flecha de la iglesia de San Nicolás, que emerge como punta de lanza roja detrás del edificio. El valle de Gurgl es fértil, protegido por los flancos del macizo montañoso, cubiertos de coníferas. Nos deslizamos tranquilamente al amparo de la sombra oscura del bosque, por la calzada original paralela al Gurglbach. Bordeamos una brutal cantera y entramos en el camino boscoso que nos lleva a Strad. Perdido en un claro, Cristo, clavado a la cruz. Un altar de camino, que los rivereños levantan para que no perdamos la fe y el espíritu. Dos palabras que para muchos, navegan en un mar de dudas. En el caserío, todos las calles, atajos y senderos se llaman Strad. En Strad, la capilla está dedicada a la Trinidad. Pasamos de largo y bifurcamos en dirección à Tarrenz, que como Strad, son caseríos del distrito de Imst. A uno y otro lado del camino, verdean los maizales. El caserío que data del siglo XIII, conoció la prosperidad explotando las minas de plomo. Aplomado estaba el cielo que al momento de nuestro paso cubría Tarrenz. Poco faltaba para llegar a Imst, y decidimos doblar el pedaleo para regalarnos un pequeño descanso en la primera plaza que encontráramos. ©VCAweg2012

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