El desayuno en el Carlton amortizó lo que pagamos por descansar y pasar la segunda noche en Treviso. Por aquello de pedalear ligeros, aunque estén incluidos, por lo general somos discretos, pero este desayuno, en este si elegante desayunador vestidos de ciclistas, y disponiendo de tiempo, lo tomamos con mucha parsimonia. En el parking para ciclos del hotel, dos americanas preparaban sus bicicletas para pedalear en dirección contraria a nosotros. Ni rastro de la humedad regalada por la lluvia. Un sol que agradecíamos y el perfume de los jazmines sembrados en las jardineras del hotel, envolviendo la mañana. Siempre dejar las ciudades complica a los ciclistas, por una y mil razones que solo pueden explicar dos bicicleteros concienzudos en aquello de respetar el código de la ruta. Nuestra brújula sin agujas fue el Sile, hermoso y limpio, acogedoras sus orillas. La vía Alzaia serpentea el río y sigue sus caprichos, y por ella pedaleamos un largo tramo periurbano de la ciudad. ©VCAweg2012
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