jeudi 20 septembre 2012

El cementerio de las barcas

Volvimos a la vía Alzaia, urbanizada a nuestra izquierda, y a la derecha, donde el Sile hace una pronunciada curva, los chopos y los abedules esconden un inmenso campo laborado, donde puntea el verde sobre la tierra fértil y generosa. El Ansa del Sile salpicado de haciendas frutícolas. Dos carreteras voladizas atraviesan los campos y cruzan el Sile, son las regionales 53 y 89. Dejamos Alzaia sul Sile, y cruzamos a la otra orilla del río por un puente estrecho peatonal, donde aparece Tappi, un sendero rural con alguna que otra casa construida en su borde. Por allí aprovechan el río para producir electricidad, contorneamos la hidroeléctrica. El río se divide en brazos, islotes cenagosos y espacios lacustres. Ruge un molino de acero. Las aguas turbias hacen parte del ecosistema del río. Para peatones y ciclistas ha sido construida una pasarela panorámica y por ella nos trasladamos a tierra firme. La pasarela está justa al lado del cementerio de las barcas, que hace parte del parque protegido. Nunca falta un pescador que dedica horas a tirar la carnada, donde quiera que haya un curso de agua. También en el Sile. Volvemos a pedalear por otra pronunciada curva e imaginando el final de La Forza del destino, a la que Verdi puso música en el teatro imperial de Saint-Pétersbourg en 1862, entramos a Casier por la calle que lleva su nombre. ©VCAweg2012 

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