A partir del Oratorio, y tomando a la derecha, pedaleamos por la vía Cendon. Campos frutícolas y viñedos, pequeñas y grandes haciendas mezcladas a un urbanismo rural armonioso. Almacenes y pequeñas industrias se mezclan a pabellones familiares y esas villas italianas donde el ciprés es la corona de los jardines. Cendon aparece después de cruzar la A27. Un edificio escondido entre los pinos me llama la atención. Una entrada sombreada por pinos marítimos que dan acceso al Oratorio de San Pietro, de factura neoclásica, y en un paraje paradisiaco. Seguimos por la vía Cendon y a la altura de la vía Pantiera, un olor a panes acabados de sacar del horno, flotaba en el aire. De un lado una panadería, y del otro, un capitello que según el fresco pintado en su interior, data de 1746. Desde nuestro punto observación, distinguimos el campanario de la parroquial dei Santi Vittore e Corona, al borde del Sile, donde Cendon tiene su embarcadero. ©VCAweg2012
Es como ir por ahí, oler ese pan recién horneado, ver esos cipreses, los pinos... conocer esos lugares del único modo que se puede conocer cualquier sitio: con la lentitud del caminar o, como en tu caso, del pedalear. Con la lentitud.
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