Canale (Lago di Caldonazzo) Calceranica al Lago




Después
de finalizada la pausa en el convento de los Padres Franciscanos, enrumbamos
por la Viale Venezia. Podemos pedalear a ojos cerrados, o mejor, sin mirar la
guía ni el mapa. Vamos en dirección al Caldonazzo, de manera que la opción está
servida, la Vía al Lago para llegar. Llegar a Canale, en todo caso, pasar de
largo. Felizmente abrimos los ojos y dell’Angi pasamos a las Naciones Unidas.
Nos detuvimos frente a un monumento evocador del amor maternal, justo al frente
de una iglesia de factura reciente. El campanario, una estructura abierta,
vacía, sin alma el tañido llamando a los feligreses. La cubierta a dos aguas,
algo chinesca. Canale es un dédalo de calles. La madre, cerrados los ojos, besa
al infante. El niño sonríe sabiéndose amado. San Cristoforo, balneario chic,
guardián de la rivera norte del lago. Lago azul y montes verdes. Burgadas
playeras con olor estival y agujas de pinos. Bordeamos el Caldonazzo por la
orilla donde se extienden Valcanover y Santa Caterina. En la otra orilla,
Ischia, Campolongo, Serafini y Tenna. Y más allá el Lago di Levico. El paisaje
es apacible, las últimas luces de la tarde, iluminan la mancha lacustre. Nos
damos el lujo de respirar a bocanadas, los brazos en alto, el manubrio liberado
de las manos. Pudiéramos pernoctar en Calceranica, pero ya hemos reservado una
pensión, unos kilómetros más adelante. Calceranica al Lago, que en el dialecto
del Trentino, los calceraneghi llaman Calzerànega. A la altura de la estación
ferroviaria de Calceranica, dejamos la pista ciclable della Valsugana, que de
seguirla nos llevaría a Tenna y al lago Levico. Por la Guido Donegani entramos
a la localidad. Erguida sobre una colina, la cúpula y la torre campanario de
Santa María Assunta, sobresalen delante de los montes, a esa hora brumosos.
Antiquísima iglesia, mezcla del gótico y del Renacimiento, destaca por el
obraje que soporta y hace mover a las campanas, del gótico; su campanario
romano y su frontispicio barroco. Santa María, no solo por su posición en la
colina, sino por su factura, es mucho más interesante que la iglesia de la
Beata Virgen Rosario. Arquitectura religiosa modernista intentando equilibrar
recursos, luz natural y concepción personal del proyectista-arquitecto.
Cruzamos el torrente Mandola y pedaleamos hasta encontrar la franja roja que
nos hace pensar que dejamos Calceranica, sin batracios en las medias (hago
alusión a la leyenda del pueblerino que venía del lago con un calcetín llenos
de ranas, y que alimenta el origen del nombre Calcenarica: calze-rane-ga) ©VCAweg2012
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