lundi 10 septembre 2012

Heiterwang

Entrando a Heiterwang, leímos “zimmer” escrito sobre la fachada de una vivienda. Desgraciadamente a esa hora no necesitábamos una “zimmer” donde pernoctar. El paisaje tiene esa mezcla de azules celestes, azules lacustres y azules brumosos que van delineando el contorno de Wetterstein y de Tannheim, las montañas alpinas que sirven de fondo al minúsculo pueblo, de apenas seiscientas almas. La soledad envuelve a la iglesia parroquial. Iglesia católica, y como otras, cerrada. En un recodo de la iglesia, una escultura en bronce nos presenta un parroquiano con un pez del que brota agua por su boca. Agua y pez, agua del Heiterwangsee, pescado que decora el escudo del pueblo tirolés. Las construcciones son modernas, pero cuidando de verse integradas al patrimonio urbano de antán. Llama la atención, una construcción doméstica, de techo a dos aguas con un portal protuberante, macillado y su plafond ornado con frescos. El piso, una suerte de ático, con ojos de buey y molduras, y un nicho desde donde la virgen ruega porque todo salga bien, las manos en plegaria, el rostro dulce en plena invocación. ©VCAweg2012

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