La goulash del Pfundser Stüberl cumplió su objetivo
energizante: ayudó a cambiar nuestro ritmo de pedaleo. Saliendo de Pfunds al
sur del Bad Inn también percibimos una ligera mejoría del tiempo. El paisaje en
el valle del Inn no varía mucho cuando de verde se trata. Campos laborados, bosques,
sub-bosques y el sendero siguiendo la línea del río, unas veces a ras de sus
orillas, otras a unas centenas de metros. Pasamos de largo Vorderrauth y
Hinterrauth, y seguimos hasta Schalkl. Aquí se acaba la B180 austriaca que da
paso a la ruta 27 en territorio suizo. En lo adelante, la Claudia Augusta
contorneará el Eno del lado helvético. Existen fronteras y muchas de ellas como
fantasmas en medio de rutas y senderos. Somos “ciclistas sin fronteras” aunque
para pasarlas tengamos que llevar consigo los documentos que nos permitan
pedalear sin angustias. Pasamos el “grenzübergang” entre Austria y Suiza,
desolado. Bandera austriaca y de la Unión Europea. La suiza ausente, quizás
temerosa de mojarse. Y en el puesto fronterizo fantasma comenzaron a caer gotas
como casquillos de bala. Uffff-Ufff, suspiró el lugarteniente. Meeeerde,
vociferó el capitán. La Gazelle y la Gitana se miraron, y yo le escuché decir a
una de ellas, “estos dos están locos”. En esta locura alpina, mojados,
resfriados y fatigados, confundimos caminos con autopistas y carreteras con
senderos. Lo mismo entrábamos a un tunel prohibido a los ciclistas que despreciábamos
la ruta indicada en la también mojada guía Bikeline. El pasaje suizo de la
Claudia Augusta terminó en la Engiadinalaina S.A., una sociedad maderera en el
mismo borde del Inn, y en el puesto fronterizo de Martina, ésta vez nada
fantasma, con aduaneros de carne y hueso que hablaban entre ellos sin apenas
mirar a quienes pasaban de un lado a otro. De hecho, los únicos transeúntes a las
15h42 de una media tarde aniquilada por la lluvia, éramos nosotros. ©VCAweg2012
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