En otro extremo de la plaza, la Torre del Reloj, último vestigio del viejo castillo, cuando en el Medioevo, era el centro del burgo. Perderse por ese viejo Mestre veneciano, y buscar tiempo para tomar un café bajo la cubierta acristalada de la Galería Matteotti, soñar con una puesta en escena en el Teatro Toniolo, pedalear por la vía San Rocco y jamás encontrar la iglesia consagrada a San Roque, bordear el Marzenego, y el canal Osellino, acentúan el ritmo a dos ruedas para dejar el continente en busca de la Serenissima. ©VCAweg2012
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